UN ATACANTE SUICIDA dejó dolor en Pakistán el primer día del año. En una cancha donde se jugaba un partido de voleibol, llena de ancianos y niños, explotó una bomba que mató a 88 personas y dejó docenas heridas. Reuters - Islamabad, Pakistán |
Un suicida con bomba en un vehículo utilitario deportivo explotó ayer durante un partido de voleibol en el noroeste de Pakistán, matando a 88 personas de un pueblo que se ha opuesto a insurgentes de Al Qaeda, ligados a los talibanes, dijeron las autoridades.
Funcionarios policiales dijeron que el atacante condujo el coche y se inmoló en la cancha donde se jugaba un partido de voleibol, y en la que habían ancianos y niños.
"Es simplemente un desastre. Puedo ver cuerpos y heridos por todos lados (...) Está oscuro. Están usando los faros de los vehículos para buscar a las víctimas", dijo Fazl-e-Akbar, un testigo.
La explosión, cerca de Lakki Marwat, un pueblo que se opone a las actividades de los insurgentes talibanes, sucedió el mismo día que se realizaban protestas contra la violencia de extremistas vinculados a Al Qaeda.
El jefe de la policía local, Ayub Khan, dijo que el atacante se inmoló en el todoterreno en el centro de la cancha y se cree que un segundo vehículo se dio a la fuga.
"Hemos removido todos los cadáveres y a todos los heridos de entre los escombros", dijo Khan, quien añadió que murieron 88 personas y docenas quedaron heridas. Muchas personas quedaron bajo los escombros de viviendas aledañas.
Khalid Israr, un funcionario regional que habló por teléfono desde un hospital en el que se atendían heridos de la explosión, dijo que varios testigos recordaron haber visto al suicida conducir un vehículo en dirección a la cancha y hacerse explostar.
Presidente bajo fuego
La capital comercial de Pakistán virtualmente dejó de operar ayer ante el llamado de líderes políticos y religiosos a una huelga para protestar en contra de la violencia, luego de que un suicida con bomba dejó 43 muertos en una procesión de fieles esta semana.
Los talibanes se atribuyeron la responsabilidad por el ataque suicida del lunes durante la procesión religiosa en el momento culminante de la Ashura, uno de los eventos más importantes del calendario musulmán chiíta. Además amenazaron con más matanzas.
La posibilidad de mayor violencia llega en un duro momento para el presidente pakistaní Asif Ali Zardari, quien ya enfrenta presión política por cargos de corrupción en contra de algunos de sus asesores.
El líder pro estadounidense ha prometido derrotar a los talibanes y a Al Qaeda, pero ambos siguen desafiando y han dejado cientos de personas muertas en explosiones desde octubre, a pesar de las ofensivas del Gobierno.
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